sábado, julio 15, 2006

HOMENAJE A MAM


Hace años, muchos, empecé a escribir mis primeras cartas. Estaban dirigidas a mi abuela materna. Se llamaba Anna María aunque todos la conocieron como “Mam”.
Cuando era niña, yo vivía fuera de la Argentina y a Mam la veía sólo una vez por año.
A pesar de la distancia, siempre la sentí muy cerquita. Era un ser adorable, tanto, que sus amigas la llamaban “Querida”.
Por suerte a los catorce años regresé a mi país y pude reencontrarme con Mam, que en esa época justo se había jubilado, por lo que pasaba muchas horas de la semana con ella.
Vivíamos cerca. Yo tomaba el colectivo 59 para ir a su departamento. Siempre me recibía muy coqueta, toda peinadita y muy elegante.
Le encantaba salir a pasear, y juntas, creo haber entrado en todos los bares de Buenos Aires.
La Biela le encantaba. Nos sentábamos siempre en la misma mesa y pedíamos té con una bandeja de masas secas. De ahí caminábamos por Recoleta y siempre algo me regalaba. Como yo amo los tapices, ella me compraba uno de vez en cuando.
A Mam todos la querían en su barrio: los porteros, los de la peluquería a la que iba rigurosamente una vez a la semana, los del supermercado y la gente necesitada que paraba en las esquinas. Ella se paraba, les daba algo de dinero y les preguntaba cómo estaban. Era una mujer menuda, de piel transparente y rubia. Sus modales eran envidiables y su nobleza incomparable. Siempre trataba de hacerme entender las actitudes de los seres humanos buscándole el lado bueno.

Hasta hace unos años Mam fue una gran compañera en mi vida. La extraño muchísimo y la recuerdo todos los días. No hay mejor halago para mi cuando me dicen: sos igual a tu abuela Mam.
Mi hija Delfina fue su última alegría. Y sin exagerar, la mayor.

Unos minutos antes de morir, ya viejita a los ochenta y muchos años, me dijo al oído:
“Delfina ha sido lo que más he amado en mi vida”.
Sus última jubilaciones las gastó en juguetes para Delfi. Fue Mam quien le regaló su primera Barbie.
Cuando murió dejó todo lo que le quedaba a mi nombre.
Decidí donar ese dinero a UNICEF, de ese modo honraría a mi abuela con algo que ella siempre hacía: amar al prójimo.
Gracias por compartir esta parte de mi vida.

Primer comentario:
Me hizo llorar, la recordé en cada una de tus palabras, su dulzura, su calidez, su don de gente, su delizadeza y elegancia, su generosidad, su buen carácter y sentido del humor, su desprecio hacia lo grosero, lo burdo. Me alegro de haber podido conocer a una persona tan íntegra y haber compartido con ella salidas, viajes, charlas.Será que la sentí cerca desde que la conocí porque era tan parecida a mi abuela que curiosamente a pesar de que se llamaba Julia (hermoso nombre) le decíamos "MAMA" (con acento en la primera "A").Este también es un homenaje mío a Mam quien debe ocupar un lugar de privilegio en el cielo.Un besoSil

3 comentarios:

Maldito Duende dijo...

Lo bueno de la escritura es que en un par de líneas nos traen a estos seres "marcavidas" que ni el juego de la copa logra.
BESOS DESDE EL IMPERIO BENDITO DEL DUENDE MALDITO

Anónimo dijo...

So, me emocione mucho con este homenaje, sobre todo porque yo no tuve esa suerte, la de tener una abuela a quien admirar y amar tanto. te mando muchos besos y seguro que MAM esta leyendo este homenaje desde algun lugar.
Besos
Miru

Anónimo dijo...

Me hiciste llorar; de alegría, por haber yo también podido compartir, a través tuyo, a Mam. Yo creo que sos la suma de todo lo que te aportaron tus antecesores, y en ese dejar cosas buenas en este mundo, Mam tuvo mucho que ver. Rossi