martes, junio 27, 2006

Extrañar, 11 de junio de 2006.



Extrañar

Vegetación imponente, aire lento y pesado. Riego las plantas del amado balcón tropical de mi madre. Tengo sólo 8 años pero estoy aprendiendo a tener algunas penas.
El lugar poco se parece al balcón de Julieta: es de estilo colonial español, con pintorescos azulejos en blanco y azul, y el piso, que trata de sostener la nostalgia de mamá, es color terracota y de mosaicos de barro.
Ella se sienta a menudo en el sillón de mimbre pretencioso. Su respaldo, imita el plumaje de un pavo real. Es allí donde ella se siente una reina, y mira con respeto a través de las nubes que anuncian lluvia, hacia el cerro Ávila, cadena montañosa que separa el Mar Caribe del valle de Caracas. Y en el sentir de los habitantes de la particular ciudad, es la mole amenazante de todos los amaneceres. Así dice Hermelinda, la trigueña que ayuda a mamá en la tareas del “apartamento” que alquilamos.
“Mi doña, ¿usted cree que el Ávila será tumbado pá bajo por las olas? Porque dice la leyenda que un día, quien sabe cuando ¿vio?, las aguas del Mar Caribe arrasarán con furia las playas de Macuto. Y luego señora, esa agua penetrará por el monte y llegará pa Caracas y mi pobrecita capital tan bonita desaparecerá. Ay doñita Ana, usted no me entiende porque es una “mosiu” y claro, usted pues ni le reza a la virgen de Coromotico”.
Ella no sabe que mamá, le sigue rezando a la Virgen de Luján, su corazón se quedó haciendo guardia en el oeste de la provincia de Buenos Aires.
Un poquito de agua a los helechos, menos a la palmerita porque se ahoga y está tan linda...
Y me distraen las voces de mis amigas venezolanas del edificio que corren por el jardín.
“ Mira, vale, chamita, préstame el columpio”; ven pa cá Moraima”
Entonces mamá se ríe, ¡por fin se ríe!. Me acaricia la cabeza y me dice dulcemente:
- andá mi amor, si querés bajá un rato al parque, pero ojo con subirte a la “Granadina” que mancha y no sale.No mamita, prefiero quedarme acá, extrañando también.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querida so,
Me encanto este relato de tu infancia. Me emociono mucho y me revelo una parte de tu vida.
La verdad, por momentos me parece increible que hayamos vivido tan lejos por tantos años.
Agradezo a Dios todas las noches por el hecho de tenerte al igual que al resto de mis hermanas y saber que cuento con ustedes. Como siempre. Pase lo que pase.